domingo, 28 de octubre de 2007

¿Sacrificarse por Quién?


Hoy, domingo 28 de Octubre, "498 víctimas de la Guerra Civil Española pertenecientes al organigrama eclesiástico han sido beatificadas en Roma en un solemne acto para recordar y homenajear a sus caídos que no murieron sino por su aferro a su fe y su creencia en Dios"


Realmente, no soy quién para opinar sobre los asuntos de fe y creencias que en la Iglesia puedan acontecer. Sin embargo, suscita cierta inquietud que entre los 498 beatificados no se incluyan a los 16 curas fusilados ni al clérigo menorquín Jeroni Aloma, que casualmente optaron por ayudar al bando republicano durante la guerra, y que fueron fusilados por el bando "nacional" (siempre me ha hecho gracia este calificativo). Estas personas, tan creyentes como las primeras, ¿no dieron su vida por su fe?¿Acaso salvar de la muerte a gente inmersa en una guerra con su propia existencia no es sino uno de los actos de mayor amor hacia el prójimo? Quizás, según criterio de la Iglesia, no son almas que debieran ser salvadas... Entonces, ¿Cómo puedo creer que es un mero acto de fe y no una declaración política?

Durante la II República, la separación Estado-Iglesia no gustó en el Vaticano, que generó recelo o indiferencia en la población, y que estalló con la Guerra iniciada por los sublevados donde la Iglesia se posicionó con éstos. La respuesta, visceral, asesina y salvaje de una pequeña parte de los milicianos (pues no hay que olvidar grandes masas de republicanos eran cristianos) del bando republicano no dejó lugar a la misericordia contra gente que no tenían culpa alguna; la contrapartida tuvo lugar en los fusilamientos y asesinatos llevados a cabo contra profesores e intelectuales de la república. No es casualidad el beneplácito del Vaticano tras la victoria franquista.

Es curioso como la misma iglesia que ataca visceralmente a la ley de la Memoria Histórica por crear un cisma y rememorar hechos que deben caer en el olvido, tengan su contrapunto en actos de tan marcada índole como el descrito. Desde ciertos sectores que se sienten intimidados por la situación actual, se tiende a decir que estar en contra de la Iglesia es lo más cool del momento: Un movimiento pasajero, una moda, que como tal, no tiene ninguna base sólida y que se deja influenciar como veleta lleva el viento.

Sin embargo, no soy sino admirador de este movimiento reaccionario contra una institución que lleva siglos instaurando su moral y creencias en la sociedad de manera forzada, no sólo en el adoctrinamiento sino que ejerce su influencia como cuarto poder para marcar rumbos políticos oponiéndose a gobierno, ley y justicia que basan nuestro estado de derecho.

Sin embargo, aún me sorprende que esta separación no haya quedado lo suficientemente clara quedándome atónito ante hechos como, por ejemplo, el "Pelotazo" que el Ayuntamiento de Valencia ha protagonizado, ofreciendo a las congregaciones cristianas de la ciudad, los 31 millones de € que van a obtener tras la recalificación de unos terrenos para la construcción de pisos que en un principio, y como promesa electoral, iban a ser cedidos para uso escolar y público.

No estoy en contra del creyente, pues cada uno, gracias a Dios, es libre de fundamentar su existencia como desee, pero no acepto que la institución a la que pertenece tenga potestad para dirimir el destino de un país que se declara aconfesional y enfocar la conciencia de sus ciudadanos. Desde el 78', los éxitos de este movimiento han hecho posible cantidad de hitos históricos para la democracia española.

1 comentario:

lío dijo...

La iglesia católica no tenía por qué haberse adscrito a ningún bando durante la guerra civil, podría haber intentado ser imparcial.
Pero decidió unirse al bando ilegal, al que inició la masacre, y seguir a su lado durante los 40 años de dictadura. Creo que eso ya deja claro cómo son, todo lo demás sobra.