martes, 30 de octubre de 2007

Paradojas de la vida

Otra vez más salen a la luz maltratos infringidos por policías a detenidos. No voy a entrar a juzgar si en este caso (un chaval de 14 años de padres peruanos) el chico miente o exagera en su declaración, eso espero que lo determine quien haya de hacerlo.
Sobre lo que sí me posiciono es sobre el hecho de que no se trate de un suceso aislado, sino que cada cierto tiempo (curiosamente tengo la sensación de que cada vez el intervalo es menor) nos enteremos de estas cosas (lo que hace pensar además que debe haber otras muchas de las que no tengamos ni idea) y, es más, de que no constituyan un escándalo público.
“Las fuerzas y cuerpos de seguridad” (como las llaman en los medios de comunicación) están precisamente para eso, para velar por nuestra seguridad a la vez que para hacer cumplir un cierto orden. Resulta por tanto sorprendente que sean ellos precisamente los que atenten contra nuestros derechos y nuestra dignidad; porque, aunque algunos no lo quieran, una persona detenida tiene una serie de derechos que hay que garantizar y no creo que esté justificada la violencia en ningún caso a la hora de darle trato, y menos cuando, en muchos casos, entran en juego aspectos tan subjetivos como los derivados de la xenofobia, el machismo, etc.

El que estas cosas sucedan, sigan sucediendo, nos debería alertar de que hay un fallo (o varios) en el sistema. Uno de esos fallos podría estar en la selección de los integrantes de estos cuerpos, puede que las evaluaciones psicotécnicas debieran contemplar más factores a este respecto.


[A raíz del artículo “El agente me decía `perucho´ de mierda mientras me pegaba”, publicado en elpais.com ayer 29 de octubre de 2007]

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