martes, 8 de abril de 2008

basta


La influencia de los medios (que deciden en cada momento qué información debemos recibir) nos ha creado la sensación de que las guerras, los conflictos armados, son procesos agudos, de duración corta, limitada en el tiempo (quizá Iraq ya nos esté haciendo cambiar un poco la idea). Pero, en realidad, se parecen más a los procesos crónicos, porque sus consecuencias se alargan muchísimo en el tiempo.
Una guerra no son unos meses en los que los de un bando y otro se tiran tiros. Una guerra es también años de llorar a los muertos, de inestabilidad social, de desaparición de leyes y normas, de caos, de falta de alimentos, de destrucción de infraestructuras, de falta de seguridad... Y, muy especialmente, de vulneración de los derechos humanos.
En este apartado de vulneración de los derechos, las mujeres son las más perjudicadas, pues, además de todas las injusticias iguales a los hombres que pueden sufrir, se les unen, se nos unen, las vejaciones sexuales. Es asombrosa la tolerancia hacia estas acciones totalmente vergonzosas e intolerables. No parece que esta situación preocupe a nadie a pesar de que se trata de un hecho gravísimo pero que podría evitarse fácilmente, pues no creo que a ningún soldado o paramilitar se le vaya la vida por aguantarse un poquito. Si los estados, los ejércitos, son incapaces de educar a sus soldados (y si no es posible, de inponerles unas normas), que los sancionen, que los castiguen. Pero no pueden seguir perpetuando esta deleznable situación.
Es la viñeta de Romeu para El País de hoy.

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